La óptima sujeción y rigidez del pie con la zapatilla significará poder trasladar adecuadamente la potencia de tus piernas a los pedales, bielas, platos, y cadena. Para conseguir este rendimiento necesitarás encontrar las zapatillas que mejor se adapten a tus necesidades, en función de las modalidades que practiques.
Uno de los principales aspectos a valorar de una zapatilla para bici es su peso. Utilizar unas zapatillas pesadas comportará mayor esfuerzo en nuestro pedaleo y por lo tanto menor rendimiento. Pero obviamente no se debe descuidar la protección, y por lo tanto es necesario encontrar la óptima relación entre peso y protección.
Los interiores de la zapatilla de bici deben tener una adecuada transpiración. El pie está en continuo movimiento, por lo que la humedad que se genera del sudor puede acabar generándonos una mayor sensación de frío debido a la mala ventilación. Claro que por muy buena que sea una zapatilla en este aspecto, necesitamos que el calcetín tenga una adecuada transpirabilidad.
La sujeción y rigidez son otro punto importante. Sentir que el zapato tiene la sujeción adecuada nos aportará confianza para aplicar a los pedales toda la fuerza necesaria para mover la bicicleta. Los sistemas de cierre también influyen en el modo de empleo de la fuerza. Los encontrarás con diferentes sistemas como, por ejemplo, mediante tiras de Velcro, con cierre micrométrico de plástico, o bien una combinación de los dos. Para los ciclistas más puristas también las hay con cordones y diseños retro.
La suela es una parte muy significativa de una zapatilla de ciclismo, ya que es la principal diferencia entre el calzado de una modalidad u otra. En función de la modalidad de bici que practiques necesitarás unas calas u otras, que según tipo de pedal serán planas o no. Los tacos, principalmente para zapatillas de bicicleta de montaña y ciclocross, te ofrecerán una óptima tracción en aquellos tramos que te obliguen a bajar de la bici.
Por último, como elemento complementario, dispones de cubrezapatillas para combatir el frío y la lluvia. También conocidos como botines, los hay de dos tipos: cubriendo la zapatilla entera, o los que protegen únicamente la punta de los dedos del pie.