Las gafas y máscaras son un elemento esencial de la protección ciclista. La constante mejora de la tecnología que forma los materiales, hacen que esta parte de la equipación sea tan necesaria como el propio casco. Las gafas y las máscaras nos ayudarán a evitar que el sol, las ramas, o cualquier partícula de polvo, arena y lluvia nos acaben fastidiando nuestra ruta en bici.
En el caso de las gafas de ciclismo, resulta especialmente molesto cuando nos entra suciedad o agua, lo cual puede acabar traduciéndose en caída. Además, existen otras características como el campo de visión o la nitidez de la lente que nos van a permitir una óptima concentración en el terreno, gracias a la buena visibilidad. Por esto nos encontramos diferentes tipos de gafas y lentes que se ajustan perfectamente según las necesidades climatológicas a las que estamos expuestos cuando pedaleamos. Por ejemplo, las lentes fotocromáticas son ideales para cambios de luz ya que se oscurecen más o menos en función de la claridad que reciben. Con ellas te olvidarás de cargar el estuche con las demás lentes, o quitártelas en las zonas más opacas del bosque. O bien las polarizadas, cuyas lentes permiten reducir la fatiga visual y deslumbramientos de superficies planas como puede ser el asfalto. Si tu terreno es la carretera o el ciclismo urbano ¡éstas son tus gafas!
Ciertos cascos de bicicleta también integran el visor solar. Este es el caso de algunos modelos de triatlón, diseñados para ganar la mayor aerodinámica posible.
A parte de las gafas, la cara del ciclista resulta ser el escudo de una serie de elementos que pueden llegar a ser perjudiciales. Sobretodo si te mueves en bicicleta urbana ya sabrás de qué estamos hablando. ¿A quién no le incomoda pedalear detrás de esa humera negra que desprende el autobús que llevas delante? Si éste es tu caso, necesitas una máscara que mejore tu respiración filtrando las partículas de polución y polvo con las que convivimos los ciclistas en nuestro día a día.